perábit; de allí resulta que tío podrá tiuiicft
equilibrar sus operaciones en una forma con
veniente.
Esto lo vemos todos los días: se abren can
tinas en inmejorables condiciones al parecer,
y á los pocos meses, sus dueños se ven en la
necesidad de darlas en traspaso, ó presen
tarse en quiebra; en cambio otras que se es
tablecen en pequeña escala, y á las que todo
el mundo les aseg-ura un inmediato fracaso,
se sostienen por tiempo indefinido en cons
tante auge.
En resumen, el negocio es bueno; pero tie
ne sus dificultades, y como ellas son muchas,
3" la mayor parte desconocidas para los inte
resados, por falta de práctica en el ramo, á fin
de señalar 3' recordar las obligaciones del
dueño de cantina, es para lo que escribo el
presente libro, persiguiendo á la vez el objeto
desque le sirva de formulario y consulta, 3'
señale dónde debe fijar su atención, cuando
así lo requieran los diferentes casos que pue
dan presentársele.
Entrando en materia, diré: que el que pien
se fundar una cantina con probabilidades de
éxito, deberá tener presentes las adverten
cias indispensables que en seguida expongo:
Antes que todo, conocer la población en
donde se va3'a á establecer el negocio, para
adaptarse á sus exigencias y costumbres,
pues está comprobado que no es lo mismo es
tablecer una cantina de primera clase en un
lugar céntrico de una ciudad como México,
Monlerro3% etc., que en una población peque
ña; pues aunque en ésta, puede haber tanto
negocio como en un centro de importancia,
sus exigencias no son iguales, y ix)r eso in
sisto, en que, el que piense establecerse en el
ramo de que he venido hablando, debe cono
cer bien antes la población que elija.
Le sigue, casi en el mismo orden de impor
tancia, el punto de elegir un sitio adecuado
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