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ma histórico. Pues el enigma histórico para mí es por qué de repente al

vecino le cerramos la puerta y las ventanas, y nos encastillamos en una

cosa, y no queremos saber de lo árabe.

consuelo Álvarez de miranda:

He leído también que te concedieron una

distinción, el llamado Premio Eduardo de Benot, al rigor tanto en el

contenido de tus escritos como en el continente. ¿Podrías comentar-

nos algo de este premio? Porque realmente si hay algo que nos pa-

rece que en el Colegio siempre se insiste mucho, es en el trabajo bien

hecho, en el rigor. Y bueno, me hizo gracia en el sentido de que re-

cuerdo a la Srta. Kuki insistiéndonos en el rigor...

Juan Gil:

Pues yo creo que una de las cosas que aprendí en el Colegio “Es-

tudio” es que uno, lo que tiene que hacer es hacer un trabajo bien he-

cho, y no se nos educó en la competitividad sino digamos en la com-

petencia con uno mismo; no intentar ser el mejor, sino hacer las cosas,

dentro de lo que uno sabe, lo mejor posible. Eduardo Benot era un aca-

démico, fue un ilustre gaditano que publicó muchísimos libros, y uno

de ellos, además, es curioso, porque se dedica a una de las cosas que

ahora me interesa a mí, la prosodia, y los cultismos, y escribió tres to-

mos sobre eso. De modo que es curioso que de repente me dieron un

premio sin saber yo muy bien de quién se trataba. Debo de confesar

mi gran ignorancia de quién era el señor Benot, y de repente me en-

cuentro con que el señor Benot es un hombre ilustrísimo, Académico

de la RAE, que ha escrito de cosas que ahora me interesan a mí. De

modo que he tenido que manejar sus tres volúmenes, estos sobre la

prosodia y los cultismos. Y los premios, yo siento desengañarte, los

premios son obra de los amigos. Son los amigos los que proponen, y

son los amigos, en definitiva, los que ayudan a que le den un premio a

uno. Es decir que, los premios yo creo que siempre son obra de los ami-

gos que uno tiene. En este caso yo se lo agradezco mucho a quienes

me propusieron, pero no tiene un especial valor. El premio sí, pero que

me lo concedieran es gracias a, no a mis méritos, sino a los méritos de

quienes me propusieron.

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Intervenir en el mundo, una actitud ética