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carlos hernández:

Los aficionados al baloncesto habitualmente desta-

caban tu inteligencia en la pista y tu calidad. ¿Qué hay del Lasa juga-

dor en el Lasa abogado?

José lasa:

No podría decirte que lo mismo. Aunque está claro que el físico

nunca estará. Si jugué fue porque tenía esas otras cualidades. Me habían

enseñado muy bien y la importancia del entorno es trascendental: haber

pertenecido al Madrid desde pequeño te habituaba a competir al má-

ximo nivel, aprendes de tus compañeros y luchas por estar a su altura.

Al final tu calidad viene dada por el marco que te rodea y en el que se

te exige. Siendo blanco, bajito y lento, poco podría haber hecho en el

mundo del baloncesto sin inteligencia o calidad. ¿Como abogado? Yo

creo que el deporte me ha legado el saber estar. Yo me incorporo a la

abogacía con un bagaje y una trayectoria. El deporte me había prepa-

rado para saber competir, para aprender a admitir que no eres mejor ni

peor que nadie. Pero, al final, uno siempre es la misma persona. Lo que

ocurre es que en un deporte como el baloncesto todo se acota de una

forma mucho más inminente y nítida. Son cuatro líneas y un momento

muy corto, mientras que en la profesión de abogado tal vez en el reco-

rrido uno tiene muchas más posibilidades de expresarse de manera dis-

tinta. Por último, creo que el baloncesto me ha permitido abordar mi

nueva profesión de una manera colectiva, pues siempre he creído más

en la potencia del trabajo de grupo frente a la habilidad de lo que un in-

dividuo pueda hacer por sí mismo. Algo que no es siempre fácil en una

profesión como la que hoy desempeño.

carlos hernández:

El Derecho: ¿estación de llegada o estás de paso?

José lasa:

Yo creo que todas las estaciones son de paso. No tenemos Íta-

ca. Tal y como lo veía Kavafis, nuestra Ítaca será algo que todavía des-

conocemos. Es el camino. Yo siempre me he tomado mis dedicaciones

como un tránsito, como un estar de paso. Aunque mi práctica del de-

porte fuera un fin en sí mismo, ya entonces tenía esta visión. Y también

la tengo ahora con la abogacía. Es algo que creo que nos enseñó el Co-

legio. Nos hizo capaces de abrir la mente sin perjuicio de dar lo mejor

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Intervenir en el mundo, una actitud ética