José lasa:
A mí el deporte fuera del Colegio realmente me ayudó. En “Es-
tudio” me sentía muy cuidado: estaba con mis amigos de toda la vida
y era un chico introvertido, de manera que tenía mi parapeto social y no
necesitaba buscar más allá. Ahí me sentía con confianza. A mí el balon-
cesto me ayudó a empatizar con otra gente, a descubrir otras culturas,
a entrar en contacto con personas de diferentes niveles sociales. Al prin-
cipio jugué en el Canoe y allí conocí a gente muy diversa, procedente
de diferentes hábitats. Aquello me permitió absorber otros modos de
pensar ajenos a “Estudio” y a mis amigos de siempre. A fin de cuentas,
aunque pueda haber tipos sociales distintos, la realidad es que los alum-
nos del Colegio compartíamos un nivel cultural parejo. Así que el de-
porte en equipo me permitió expandir mis horizontes de vivencia. Por
otra parte, me ha influido desde el punto de vista de los valores. El ba-
loncesto me subrayó la disciplina que ya conocí en “Estudio”, me dio la
oportunidad de ampliar mi repertorio de relaciones, de comprender la
dinámica de equipo o de entender la vinculación entre esfuerzo y obje-
tivos a corto, medio o largo plazo.
carlos hernández:
Tras una formación en las canteras del Canoe y el
Real Madrid y un tiempo en Guadalajara, con 20 años das el salto al
primer equipo del conjunto blanco. 10 años de máxima dedicación al
baloncesto de élite con numerosos títulos en tu palmarés y estancias
tanto en diferentes clubes de la geografía nacional como en países
como Grecia, Italia o Portugal. ¿Cómo valoras tu experiencia? ¿Qué
aspectos te gustaría destacar?
José lasa:
Creo que mi carrera deportiva nace de manera sorprendente.
Llegué muy joven al primer equipo del Madrid, en una época en la que
nadie entraba desde 1959. Mi debut supuso la entrada de un niño de
19 años en un vestuario completamente profesional, con compañeros
mayores que tenían unas perspectivas e intereses maduros. Eso te mar-
caba para bien y para mal. Mi impresión es que he aprendido a valorar
más mi vivencia baloncestística después y no durante el tiempo en que
estuve inmerso en el mundo profesional. En ese momento no te das
cuenta del privilegio que tienes y anhelas lo que ves fuera: crees que el
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Intervenir en el mundo, una actitud ética