En buen provecho desarma,
quien amaña en su silencio,
buena tajada del rancio,
anticuada su vieja arma,
bajo el polvo de la norma
y la gallardía de antaño,
pronto se tuerce en regaño,
solapado en la riqueza,
solo dimana aspereza,
cuando cuenta su rebaño.
Como soldado de estaño,
volátil y quebradizo,
el nuevo que su bien hizo,
muere preso de su empeño,
de rutina año tras año.
Solo queda la materia,
abono fiel de la histeria
y su anzuelo balancea
suavemente en la marea,
para enganche a su miseria.
Avaricia nunca muerde,
a quien de su suerte entiende,
apuesta, sortea y vende
su campo romero verde,
gana en vida, raudal pierde,
si al fin goza de morada,
Nochevieja…, mariscada,
a tiro...,perdiz y liebre…
acaso sudor y fiebre,
cuando el día tiene su entrada.
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