Previous Page  126 / 172 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 126 / 172 Next Page
Page Background

OASIS

125

Antonio Pérez

Mancha Real

La fantasía óptica motivada por la sed y las altas

temperaturas del desierto, normalmente conocida

como "espejismo", es objeto de innumerables

leyendas y sueños, de los pueblos y transeúntes

que habitan o transitan estos lugares inhóspitos.

Cuando las adversas condiciones aprietan, es fácil

encontrar un oasis de fantasía en las tierras

arenosas del Sahara Africano.

He visitado alguna vez el norte de África. Siempre

he deseado conocer el pueblo saharaui de Tifariti,

cuya población de unos 3.000 h. está controlada

por el Frente Polisario. No voy abundar sobre la

historia del Sahara Occidental (antigua colonia de

España), actualmente bajo dominación marroquí,

que como todos conocen, la mayor parte de la

población vive dispersa en campos de refugiados y

luchan por volver a la tierra de la que fueron

despojados.

Cuentan de este lugar, abundan costumbres

parecidas a las de España, y algunos habitantes

conservan los antiguos documentos de identidad y

seguridad social, de cuando pertenecían a la

provincia española. Entre sus hábitos, destaca la

ingesta de té. Se suele seguir una especie de ritual,

en el que se toman tres tazas. Al respecto, existe

un comentario popular: "La primera taza de té es

suave como la vida, la segunda taza de té es dulce

como el amor, y la tercera taza de té es amarga

como la muerte".

Soñé que estaba a la sombra de un pequeño

arbusto, cuyas ramas producían cosquilleos a los

ojos del sol, y no pudiera eludir leves pestañazos,

suficientes para que mi nariz no se convirtiera en

un vigoroso tomate negro, y mi boca estuviera a

tono para saborear el delicioso té, ofrecido por

aquella familia nómada que me había acogido

después de una larga caminata en el desierto. Esta

vez, la tercera taza de té la cambiaron por el hachís

de la felicidad. No era tan perjudicial como el

wiski occidental, haciendo el estómago polvo y

rebajando nuestra cabeza a la de un niño pesado;