MARINERO DE TIERRA ADENTRO
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Los de tierra adentro hemos visto, en más de una
ocasión, caer una enorme tromba de agua en un
lugar con peligrosas riadas e inundaciones y, a
pocos kilómetros, no caer ni una gota. Por eso, me
hice una ligera idea de lo que habían pasado.
Qué tendrá la mar que, a pesar de este relato de
Pepe, siempre me atrajo; siempre he deseado hacer
un turno con los pescaores; un turno para
saborear la travesía, aunque vomitara, hasta el
caladero; para saborear el café y el rancho que
prepara el cocinero; para ayudar a preparar las
artes mientras navegamos, a echarlas a la mar y
recogerlas; a clasificar y almacenar en la bodega el
pescao; a conocer el duro y sacrificado trabajo de
mis amigos los pescaores.
Y, al poco tiempo, se me presentó la oportunidad.
Me la brindó Bernardo “Nogueras”, hijo de
Matilde y cuñado de Pepe el hijo de Pedro “el de
Pepa”.
Bernardo era dueño y patrón de pesca de un barco
de madera que se dedicaba al palangre “en fresco”;
esto significa que el caladero donde faena está
cerca y cada turno, como máximo, dura entre doce
y quince días, por lo que el pescao lo traen recién
cogido.
Mi amigo Bernardo, el que un día 16 de julio,
festividad de la Vírgen del Carmen, me dejó
tripular su barco por la bahía.
Era la ocasión de hacer realidad el sueño que
llevaba guardado tanto tiempo y no podía dejarla
pasar. Iba con mi amigo Bernardo, un turno de
solo quince días, estaba de vacaciones y buen
tiempo porque era verano; otra ocasión no se me
iba a presentar.
Y la aproveché. La noche anterior a la partida,
Bernardo me dijo la ropa y enseres que debía
llevar, la ropa de agua ya me la dejaba él y
quedamos en irnos al puerto en mi coche.
A las seis de la mañana, Bernardo, otros tres
marineros de la barriada y yo, nos fuimos al
puerto. Allí nos encontramos con el resto de la
tripulación, tomamos café en el bar de la cofradía
y nos fuimos donde el barco estaba amarrado para