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EL ÚLTIMO ADIÓS

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Antonio Pérez

Mancha Real

Son muchas las historias que se emiten en

televisión sobre la tragedia del 11 de septiembre

del 2001. Fue una de las mayores catástrofes de los

últimos tiempos provocadas por el fanatismo

religioso, ilustrada suficientemente para la

memoria histórica, por la abundancia de medios

de comunicación. Personalmente me ha

impresionado lo contado por una madre que

perdió a su hijo en las torres gemelas de Nueva

York. La señora comentaba que ese día se había

levantado temprano para ir de compras. Ya en el

mercado escuchó rumores sobre el incidente. La

incertidumbre fue creciendo y entonces quiso

llamar a su hijo, administrativo en las torres, pero

olvidó el móvil en su casa. Entró en estado de

ansiedad y comenzó a correr hacia su vivienda; no

quiso utilizar el transporte público por el colapso

producido. Al entrar en su casa, conectó el

televisor y cogió el móvil para llamar a su hijo,

pero ya tenía un mensaje que decía: Madre, se ha

producido impacto de un avión en la torre donde

trabajo, estoy bien, hay mucho humo, estoy

esperando un rescate en mi oficina junto con otros

compañeros…¡Cuídate!...¡Adiós! La señora seguía

atenta a las noticias. Sufrió un desmayo cuando

anunciaron que la segunda torre habitada por su

hijo se había derrumbado. Entre sueños y delirios,

exclamaba: ¡Esto es una fantasía! ¡No puede ser

verdad! Sin embargo cuando despertó, siguió

escuchando las noticias y una terrible amargura se

apoderó de su ser, el corazón se le salía de su sitio;

había perdido a su hijo para siempre.

Muchas personas salvaron la vida por la conducta

heroica del cuerpo de bomberos de Nueva York.

Tuvieron mala suerte los de los pisos cercanos al

impacto. La mayoría perecieron de forma horrible:

por asfixia, quemados, al tirarse de los edificios, o

bien por el propio derrumbe.

Pasa el tiempo y todo cicatriza; aunque algo así,

nunca se olvida. La señora reunió todos los

recuerdos de su hijo en la habitación de éste y la

cerró con llave. Ella escuchaba todas las noches el