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EL JUEGO DE LA PAJA

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Antonio Pérez

Mancha Real

¿Quién no ha soñado acostarse con la dama de

ojos verdes de la última película, o con la

compañera de estudios y trabajo, o con aquella

joven de piernas esbeltas y calcetines en las

reuniones de catequesis? Dios está muy lejos, pero

la carne tan cerca, casi la rozo. La verdad es que

hemos hecho alarde de contención sexual para no

caer en la tentación del acoso. Bien tranquiliza una

paja, derramando semen sobre los pechos de una

venus de las famosas revistas eróticas, o más

recientemente sobre la pantalla del ordenador,

quizás del televisor, pudiendo repetir la escena

más interesante y así acompasar el dichoso

derrame. La verdad es que la propia mano da un

juego concertado a nuestro fervoroso pene, a

veces se prefiere a que otras u otros te masturben,

toda vez que se puede producir una eyaculación

precoz, incluso antes de que empiecen. No

queremos quedar en ridículo con nuestras dotes de

virilidad que siempre presumimos.

¡Bueno!, yo no hablo por mí, gracias a Dios tengo

una espléndida mujer, cuyo placer mutuo es la

envidia de otros. Se os ve cara de felicidad; así lo

manifiestan.

Siempre he mantenido que lo que vulgarmente se

llama infierno o purgatorio, puede encontrarse

aquí mismo en la tierra, y esto viene al caso del

relato que os voy a contar de mis años infantiles

por tierras de Caniles (cortijo entre Mancha Real y

Jimena), a petición de Pacificación, recluida en un

convento de clausura y de Francisco en un

convento de frailes, ambos en contra de su

voluntad.

Hace muchos años y por la temporada de recogida

de aceituna, la fábrica de Carbonell y Cia. de

Caniles, cuya actividad era la extracción de aceite

de orujo, contaba por estas fechas con gran

afluencia de gente, procedente de los pueblos de

alrededor, como Mancha Real, Torres, Jimena; en

estas fechas se formaba una pequeña aldea de