Ya en párrafos anteriores he
declarado que el cóctel es
la inspiración del momento.
Cada uno de estos cócteles,
amables lectores, es fruto de la
inspiración de un
instante determinado.
Es por ello que los nombres
aplicados a los mismos
no son de ninguna manera
fruto del capricho personal, srno
que al contrario, responden
a características y sugerencias bien
determinadas, en las que están
íntimamente unidas la calidad de la
bebida empleada, la persona para
la que ha sido creado o dedicado
y
el momento especial que ha
motivado el cóctel.
Por otra parte, el nombre, en otros
casos, obedece al efecto espiritual
o físico que inspiró dicho trago,
en el instante de su creación.
Y, en las circunstancias que
el cóctel lleva nombre de lugares o
hechos que han sucedido, es en
razón de que la armoniosa
mezcla de sus componentes, lleva
en sí la intención de un
recuerdo o de un homenaje.
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