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Cuando la decoración

es parte fundamental

de la carta.

dos emprendedores sevillanos inauguran el

Bar Antojo, en perfecta simbiosis con el barrio

donde se encuentra. Modernidad sin excesos,

DIY, eclecticismo e imaginación a raudales

para una decoración caótica, personal, con

un punto kitsch: las plantas son de plástico –

aunque muy logradas-, platos de duralex, leña

para una inexistente chimenea, fotos enmar-

cadas sin pretensiones… todo un acierto para

que nos sintamos como en casa en cualquiera

de sus ambientes, aunque yo me quedo con la

versión redonda de la mesa de Piet Hein Eek

con sus tablas coloreadas, fotos de animales

salvajes, madera apilada y montones de libros

en una esquina súper acogedora.

El local de Torres y García, enorme y de techos

altísimos, pide necesariamente una estética

industrial. No obstante el tamaño, se han

resuelto muy bien los espacios, separándolos

en distintas zonas con unos grandes paños de

ladrillo visto, individualizadas todas ellas. Me

encanta el saloncito, casi un reservado gracias

a unas cortinas de terciopelo, con chimenea,

una mesa de madera de una sola pieza, una be-

lla lámpara de araña, sillas cómodas y cuadros

de chicas malas.

Una de las carencias tradicionales de esta

ciudad, que se mira a sí misma -y se gusta-, es

la de seguir las tendencias en decoración.

En el caso de los bares y restaurantes de

Sevilla, como ella misma sirve de decorado, no

hemos creído necesario esmerarnos en los in-

teriores. Pero hacía falta ya una oferta distinta,

para cuando apetece una conversación frente

a una copa de vino en un entorno cuidado, ac-

tual, de tendencia en el mobiliario, el colorido,

la iluminación y el menaje.

Y en esa línea, os cuento cuatro

must

: el estilo

industrial de Torres y García, el regionalismo re-

novado de El Pintón, el chic afrancesado de Tata

Pila y el personalismo pionero del Bar Antojo.

Porque si hay un barrio de Sevilla decidido a

romper con la estética tradicional, es la Ala-

meda de Hércules. Allí, hace ya casi seis años,

Bar Antoj

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