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Muestra del Fino y la Manzanilla

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tipo de recetas ligeras. Así, hacen una estu-

penda pareja con las vinagretas, como ocurre

con los boquerones en vinagre. «Son vinos

sápidos que

estimulan las papilas gustativas

y son perfectamente capaces de acompañar

todos los platos de un almuerzo o cena;

son

versátiles y te van limpiando el paladar».

Es el acompañamiento perfecto para una

enorme cantidad de sabores y de recetas.

Desde los más secos a los dulces, la versa-

tilidad de los vinos de Jerez ha cautivado a

prestigiosos cocineros de todo el mundo, que

se rindan ante ellos como los mejores aliados

para sus creaciones. Su extraordinaria varie-

dad de aromas y sabores no solo armoniza,

sino que

enriquece de forma admirable aperi-

tivos, platos principales y postres.

Ya se trate

de pescados o mariscos, carnes, quesos o re-

postería, el vino de Jerez simplemente eleva la

experiencia gastronómica a un nivel superior.

La variedad de estos vinos hace que nunca

se terminen de descubrir, uno de los atracti-

vos para los aficionados a la enología que han

descubierto en ellos un apasionante abanico

de posibilidades. «Está creciendo ese perfil de

consumidor, de persona curiosa que ha visto

la versatilidad de estos caldos y lo bien que

combinan con la gastronomía. Hay mucho

aficionado con formación al que le gusta ex-

perimentar y ha incorporado los vinos de Je-

rez a sus hábitos de consumo», asevera César

Saldaña.

En la actualidad, se están haciendo cosas

por cambiar el desconocimiento que la socie-

dad suele tener de los vinos del Marco de Je-

rez. Además de que se han puesto de moda en

restaurantes y bares de tendencia, enólogos

como Willy Pérez, Ramiro Ibáñez o Armando

Guerra, entre otros, están actuando de emba-

jadores y dando a conocer sus virtudes.

En ese sentido, César Saldaña define

tres

tipos de consumidores:

uno muy

tradicional

que lleva bebiendo fino o manzanilla desde

hace muchos años generalmente a la hora del

aperitivo, el

ocasional

que lo consume duran-

te las fiestas de primavera y luego no vuelve a

probarlo en todo el año y el que ya hemos cita-

do que lo toma en un

contexto gastronómico.

«El primero de los perfiles, el tradicional, sigue

siendo muy necesario pero necesita un rele-

vo generacional, con lo que es vital impulsar

el crecimiento que está suponiendo el mundo

de la cocina a los vinos de Jerez», matiza. Este

consumidor es exigente y le gusta profundi-

zar en cada tipo de vino, buscando finos con

cierta crianza o en rama, una tendencia que se

está extendiendo en los últimos dos años en

Andalucía y que ya contaba con más arraigo

a zonas vinculadas a la alta cocina, como País

Vasco, Barcelona o Madrid. «Cada vez vamos

encontrando más tiendas especializadas y

«Los

vinos de Jerez

han estado

tradicionalmente

relegados al aperitivo

pero poco a poco van

tomando posiciones a

la hora de acompañar

la

gastronomía»

restaurantes que apuestan por los vinos de

Jerez, lo que es un claro indicador del interés

que está despertando», dice Saldaña.

«En An-

dalucía tenemos un claro objetivo: frenar la

estacionalidad de estos caldos a través de la

gastronomía;

aquí tenemos productos increí-

bles como el jamón de Jabugo, las gambas de

Huelva y los langostinos de Sanlúcar y todos

ellos maridan a la perfección con los vinos».

Las ferias, un escaparate

Las fiestas de primavera, entre las que se

incluyen ferias y romerías, suponen no sólo

un alza evidente del consumo, sino también

un escaparate en el que la manzanilla y el fino

se dan a conocer al público local y al de fue-

ra.

«Que el público foráneo vea esa forma de

consumo tan genuina es una oportunidad que

no podemos dejar escapar,

con lo que todas

nuestras bodegas deben hacer un esfuer-

zo por aprovecharla porque es una auténtica

ventana en la que mostrarse al mundo». La

Feria de Abril, la del Caballo de Jerez, El Rocío y

otras muchas son citas con una enorme carga

cultural en las que los vinos de Jerez encajan a

la perfección por la historia que llevan detrás y

por su riqueza de matices.

César Saldaña recuerda cómo era la situa-

ción del sector antes del boom que vivió en

la década de los 70 y matiza que en los 60 el

Consejo Regulador tenía censadas 6.500 hec-

táreas. «Había muchas más bodegas que en

la actualidad pero no vendían muchos más li-

tros de los que ahora vendemos y además se

exportaba prácticamente todo a granel, lo que

dejaba escapar una importante parte del valor

añadido». En poco más de 20 años se pasaron

a más de 23.000 hectáreas de viñedo y el ne-

gocio se transformó en una industria moder-

na, aunque llegados los años, 80 los vinos de

Jerez entraron en una etapa de dificultades en

la que redujo producción y tuvo que reajustar

todos los costes. La nobleza del producto hizo

que siguiera vivo y que

en los últimos años

esté viviendo una nueva etapa dorada y esté

siendo valorado como realmente merece.

Así lo corrobora el Informe sobre la Infor-

mación del Vino 2012-2016 que elabora la

consultora Castro Galiana, donde queda ava-

lado el buen momento del jerez, protagonista

durante el último año de algo más del 6% de

todas las informaciones del sector publicadas

en periódicos y revistas de España.