25 años dela invasión - page 38

LA PRENSA
SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014
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Lavidapor
unaprimicia
La cobertura periodística de la invasión se convirtió en la
‘prueba de fuego’ para reporteros nacionales y extranjeros.
HERMES SUCRE SERRANO
M
artes 19 de di-
ciembre
de
1989 en una
callejuela de
SanFelipe. Enel semioscuro
taller,TomásGabriel
Fito
Al-
tamirano Duque repasaba
con su pulgar los titulares de
la primera plana de
La Es-
trella de Panamá
que sal-
dría el 20 de diciembre. Sus
ojos, medio achurrados por
el humodel cigarrillo, se fija-
ban en el encabezado prin-
cipal de una nota sobre de-
claraciones del mayor de las
Fuerzas de Defensa Carlos
Arosemena King, con rela-
ción a lamuerte a balazos de
un estadounidense en las
cercanías del Cuartel Cen-
tral, avenida A, en El Cho-
rrillo, principal bastión del
general Manuel Antonio
Noriega.
Mientras Fito Duque
atendía la correspondencia
nocturna que le pasaba Ro-
saura Bernal, su secretaria
personal, bajo la opaca luz
del taller se confundían las
siluetas de los paginadores,
correctores y periodistas de
cierre que daban los últimos
retoques a la edición. Ya casi
era medianoche. Un super-
visor, apodado Lagarto, que
se reía –de oficio– de todos
los chistes del director Alta-
mirano Duque, comentó:
“Por ahí dicen que hoy es la
invasión”.
El magnate suspendió la
firma de documentos y con
una risita –entre burlona y
tímida– manifestó: “Lo que
me preocupa de ganarle la
guerra a los gringos es cómo
vamos a recoger la basura de
NuevaYork”. El corode risas
fue interrumpido, desde lo
altode la escalera que daba a
la redacción, por el grito del
chorrillero Nachito Betan-
court: “Le están sacando la
m... alChorrillo”.Eramedia-
noche. Ya los terroríficos he-
licópteros Apache, inmiseri-
cordes sabuesos del aire, es-
taban sobre la bahía de Pa-
namá, rastreando su presa.
NOCHE DE TERROR
Lo primero que hizo Al-
tamirano Duque fue prote-
ger al personal. Ordenó el
cierre del periódico y acuar-
teló a todos. Me escondí de-
trás de un viejo linotipo y,
con la adrenalina a su má-
ximo nivel, escapé al primer
descuido.
No recuerdo a la veloci-
dadque bajé por la iglesia de
La Merced y tomé Salsipue-
des, rumbo a la avenida Bal-
boa. A la altura del parque
Urracá ya se escuchaba el
llamado de “clave cutarra,
aquí; clave chácara, aquí”.
Paré en un restaurante cer-
cano al edificio Gusromares
para avisar de la invasión.
Igual hice con las estacio-
nes de gasolina y negocios
queencontrabaenel camino
haciami casaenLindaVista,
en la vía Ricardo J.
Alfaro (Tumba Muerto)
detrás de la barriada Sara
Sotillo.
Al llegar al 24 Horas, al
lado del entonces restauran-
te Mister Pollo (en lo que es
hoy la entrada de Condado
del Rey) se escuchó un es-
truendo, una explosión de
fuegos artificialesmulticolo-
res: el Cuartel Central había
volado por los aires.
Cuando llegué a mi casa,
en las primeras horas del 20
de diciembre, los teléfonos
no dejaban de sonar: llegó la
invasión. Un par de horas
después, los pisos de las ca-
sitas de Linda Vista se es-
tremecieron. Una bomba
pulverizó el depósito del al-
macén Lurias, en la entrada
de Sara Sotillo, frente al Sin-
dicato de Industriales de Pa-
namá.
Yo era corresponsal del
diario
ABC
de España y me
fue imposible comunicarme
con ellos: el país cambió de
dueño,ahoralapalabralate-
nían los
marines
.
PELIGRO
Desde los primeros bom-
bazos, los periodistas nacio-
nales y extranjeros trazamos
las estrategiasparahacer lle-
gar los despachos. También
contaba la misión de prote-
ger a la familia. El invasor
vino dispuesto a todo.
Veamos el caso del perio-
distaJulioAizprúa,entonces
oficial de relaciones de la
Contraloría General de la
República, edificio donde
operaba la oficialista
Radio
Nacional,
reventada des-
pués por un cohetazo.
A las 7:00 a.m. del 20 de
diciembre de 1989, cuando
la invasión era un hecho y el
saqueo estaba en su apogeo,
Julio caminaba por Los
Andes No. 2 (bastión de
luchade losbatallonerosque
defendían a Noriega) para
ir a ver a su madre que en
ese entonces vivía en la ba-
rriada Torrijos–Carter.
En vista de que no había
transporte y menos se podía
transitar en auto (las calles
estaban llenas de tachuelas y
clavos) se le ocurrió tomar
un atajo por la loma de Ti-
najitas, cerca del cuartel de
las Fuerzas de Defensa. Ya
casi llegando a la cima, le sa-
lió al paso un soldado esta-
dounidense con el rostro
pincelado de verde y el dedo
apretandoel gatillodeunar-
ma de grueso calibre. “Me
apuntaba y gritaba palabras
en inglés que yo no com-
prendía”, afirmó el periodis-
ta herrerano.
“En el preciso momento
que se abalanzó sobremi pe-
cho, mientras sus manos
nerviosas restregaban el ar-
ma; otro
marine,
este puer-
torriqueño, me preguntó en
español para dónde iba,
mientras trataba de calmar
al exaltado gringo”, agregó.
Después de que Aizprúa
superó la tartamudez, dio las
explicaciones de rigor y el
boricua le dijo que tenía cin-
co segundos para desapare-
cer del área. Con el corazón
en la mano, Aizprúa rompió
el récordolímpicode los 100
metrosplanos.Al regresoto-
mó una vía más larga, pero
más segura.
“En el trayecto, lo único
que sacó una sonrisa a mi
atribulado pensamiento fue
ver cómo en una retroexca-
vadoranueva, conseguridad
recién hurtada, iba una fa-
milia feliz, reída, alardeando
delarefrigeradoradepaque-
teque llevabanen lapalade-
lantera, mientras que en la
trasera cargaban varios ro-
llos de papel higiénico en-
vueltos en plástico”, recordó
elhoysubeditorde lasección
de Nacionales de
La Pren-
sa.
Se desconoce cuántas víc-
timas dejó la invasión orde-
nada por George Bush (pa-
dre) a Panamá, pero los pe-
riodistas también están en el
listado. El fotógrafo español
Juantxu Rodríguez (colabo-
rador del diario
El País
de
España)murióatirosenuna
zona controlada por solda-
dos de “Causa Justa”.
SALARIO DEL MIEDO
Cuando se habla de pe-
riodismo intrépidonopuede
omitirseelnombredeJames
Aparicio. Aquel 19 de di-
ciembrede 1989, el entonces
periodista de
LaEstrella de
Panamá
ycorresponsalde la
Agence France Presse y sus
compañeros Eloy Aguilar
(desaparecido corresponsal
jefe deAP), JulioOlvera (co-
rresponsal de
Notimex)
y
CAUSA JUSTA.
Paracaidistas del Ejército de Estados Unidos
entran en acción en una operación relámpago.
Foto del Ejército de EU
CACERÍA.
Soldados estadounidenses se toman las calles de la capital en busca de ‘los
batalloneros’ que defendían a Noriega.
LA PRENSA/Archivo
*
LOS PERIODISTAS TAMBIÉN
PUSIERON SU CUOTA DE
VÍCTIMAS MORTALES. EL
FOTÓGRAFO ESPAÑOL
JUANTXU RODRÍGUEZ FUE
MUERTO A TIROS POR UN
SOLDADO DE ESTADOS
UNIDOS.
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