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JU L 1 O CAS T RO

pr~selitista

de la prohibición, uno de esos cuáqueros

puritanos de otras latitudes, que votan en el senado

contra la introducción y uso de las buenas bebidas y

luego toman, en la clandestinidad de su escondrijo,

pócimas venenosas hechas con alcohol de madera.

No, yo no soy de esos. Mi abstención no llega a

tanto ni alcanza más allá de una experiencia pura–

mente personal. Además, creo de buena

fe

que, en

medio de la agitada y agotadora vida moderna, el

estímulo que supone un cocktail honradamente hecho

e integrado por elementos alcohólicos

aromáticos

de buena calidad, es necesario y en muchos casos in–

dispensable. Yo no sé qué sería de un amigo mío,

corredor de bolsa, si a media mañana no saliese del

agitado recinto, congestionado de cifras y de urgen·

cias a " soplarse '', como él dice, su copetín en un abrir

y cerrar de ojos. ¡Hay que ver cómo revive! Como si

regasen una p lanta seca. Por otra parte, conozco per·

sonas cultísimas cuya conversación es un verdadero

deleite, p ero que hay que sacarles las palabras una a

una, como con pinzas. Pues bien, estas mismas perso–

nas, en cuanto se acercan al comulgatorio herético

de las mil bebidas policromas y prueba·n la suya favo··

rita, se les desata la lengua con tan maravillosa pres-

teza, como si en el fondo del vaso estuviese la propia

llave de las palabras. Ante tan maravillosos resultados,

he pensado muchas veces en la certeza de aquella ex-

clamación de un poeta persa de hace 6 siglos, quien

les decía a los mercaderes de vino: " Me asombrais

con vuestro oficio. Es que podéis comprar algo mejor

de lo que vendéis? ".

Pero Julio Castro no es de los que se resignan

a seguir la trillada rutina de utilizar el oficio tal como

lo encontraron, sin añadirle el producto de la expe·

riencia

y

la resultante de la observación. Su inquietud

_

natural de hombre inteligente, unida al tesón volunta-

rioso de los hombres de su raza, le ha llevado a pensar

la forma en que los secretos de la cocktelería trascen-

diesen del círculo de los iniciados para hacerse del

dominio público.

En efecto, hay mucha gente que no toma cock-

tails, por la dificultad que presenta el prepararlos en

.

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