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SELECCION
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todos los que expenden bebidas tuvieran como
norma servir sólo los más selectos productos, no ten·
drían necesidad de constantes esfuerzos para conser–
var sus clientes y conseguir otros nuevos.
Si lo entendieran así, serían muchos menos los
que fracasarían, pues se harían merecedores de la con·
fianza de sus favorecedores y quienes acudieran a su
negocio una vez, continuarían haciéndolo siempre,
terminando por ser, más que clientes, amigos de la
casa.
Con buenas bebidas, es fácil sobresalir en la pre–
paración de los cocktails, pero, desgraciadamente, en
muchos casos, a pesar de su pericia y el esmero que
ponen en servir a los clientes, los cockteleros se en·
cuentran en la imposibilidad de obtener satisfactorios
resultados, debido a los productos de inferior calidad
que se ponen a su disposición, por una mal entendida
economía de algunos propietarios de bares.
Con tales bebidas, nunca podrá satisfacerse el
gusto del consumidor, ya que la mezcla que con ellas
se obtenga, estará muy lejos de ser lo que éste desea
al pedir un cocktail.
Sólo con buenas bebidas puede dárseles a los
cocktails ese inconfundible " bouquet " que satisface
al paladar más delicado, y cumplir así, el cocktelero,
con la misión que se le ha encomendado.
Sin embargo, hay quienes siguen creyendo que
la aparente economía que obtienen comprando bebi–
das
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no redunda luego en perjuicio de sus in·
tereses.
Por tales razones, en las recetas que expongo en
la presente obra, sólo indico aquellos productos que en
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