1
36
PEDRO CHICOTE
m10nes automóviles conducen en seguida a las
bodegas.
Hay en ese momento y durante algunas sema–
nas en las bodegas una actividad febril.
Al mismo tiempo que tiene lugar la recolec–
ción en las colinas, las prensas funcionan día y
noche, y los toneles, llenos del precioso líquido,
parten para las bodegas. En esos toneles, y en
virtud de leyes naturales, comienza la . fermenta–
ción, debido a la acción de los fermentos que hay
en el mosto. El mosto entra en ebullición, burbu-.
jea
y
produce ese sonido característico, median–
te la influencia de una labór interior intensa.
Después, poco a poco, se sosiega, se acaba la fer–
mentacjón, y ha acontecido un prodigio de la
naturaleza. Lo que antes era almibarado _zumo
de uva se ha convertido en vino incomparable.
Al poco tiempo, los fermentos, ·agotados y
adormecidos por los fríos de invierno, pierden
toda actividad. El vino tórnase claro y limpio.
Es el momento en el cual los jefes de las bode–
gas <le Champagne prueban sus vinos, y con ellos
forman, juntándolos en enormes cubas, la cose–
cha de vino de Champagne, que más ·tarde se
embotellará.
En la primavera, es decir, en el momento en
que la acción de la savia se deja sentir en toda
la naturaleza, se verifica el embotellado, el cual
es la acción de poner en botellas el vino de la