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clarificación perfecta. El filtrado tiene lugar con me–
nos regulatidad en el caso contrario, y la abundante
evaporación que se origina cambia l_a concentración <iel
producto.
Naturalmente, la pasta de papel debe 'ser mezclada
con cuidado y ·estar muy dividida con el líquido.
El primer producto de la filtración debe ser filtrado
de nuevo. Y al echar el jarabe se procurará que
f.l
chorro caiga en el centro del filtro y' no sobre las pare–
des, pues en el caso último podría ,dicho filtro descom–
ponerse,
comp~ometiendo
los resultados.
ALTERACIÓN Y CONSERVACIÓN
Siendo los jarabes disoluciones en las cuales entran
en gran cantidad materias esencialmente fermentables,
como el azúcar y la glucosa, son de muy difícil conser–
vación si no fueron bien preparados.
Un jarabe encerrado en botellas antes de hall9-rse
completamente frío, por ejemplo, está sujeto á fermen–
tar. La causa de este fenómeno es poco conocida, pero
el efecto existe.
Un jarabe que no fué bastante cocido y que contie–
ne aún muchas materias mucilaginosas, que el calor no
tr,ansformó en materias inertes, y que por otra parte
encierra un exceso de agua, fermenta asimismo co11 mu–
cha facilidad.
Lo propio ocurre con un jarabe demasiado cocido:
el a·zúcar, en este jarabe, tiende
á
cristalizar, y esta
tendenci a turba el equilibrio que subsistir debe entre
todas las partes para que haya conservación.
Si s e deposita los jarabes en recipientes húmedos ó
en lugares de temperatura algo elevada; si se deja los
co rchos de la s botellas flojos ó dicha s botella s á medio
llenar, el aire obra sobre la superficie y la fermenta–
ción no tarda en declararse.
Los jarabes en los cuales entran ácidos (vinagre,
ácido t a rtárico, ácido cítrico, ácido málico de los fru–
t os, etc.), no resisten mucho tiempo
á
la fermentación .
Sabido es, en efecto, que los ácidos hacen experimentar
al a zúcar una fermenta ción que la convierte en azúcar
análog a al azúca r de uva
ó
á
la glucosa , cuya disposi–
ción á la fe rmen tación es extremada.