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Es bueno, por consiguiente, efectuar otro pequefio
ensayo.
Témase dos botellas, en las cuales se echa vino,
en la una hasta ocupar su mitad
y
en la otra hasta lle–
narla. No se tapará la primera, cuya abertura será cu–
bierta sencillamente por una hoja de papel.
Agitándolas fuertemente 11:ego de depositar en ellas
el líquido, se las
coloc~ .
una ]Unto á otra, en un local
cuya temperatura oscile entre
18
y
20
g rados centí-
grados.
Si el vino se mantiene límpido en ambas b9tellas,
puédese deducir q1_le
.°'?
se
tur~ará
en el momento en
que los calores pnnc1p1en á de¡arse sentir. Si, por el
contrario, se turba, se podrá deducir que el caldo con-
tiene todavía algún azú'ca r no fermentado. ·
.
En el primer caso se clarificará si se juzga necesa–
rio· en el seg undo será menester antes de efectuar
est~
operación, dejar que la ferO-:entación termine ó
adormecer momentáneamente los gérmenes.
Puede ocurrir también que sólo se turbe el vino
contenido en la botella no llena.
Precisa en. tal
cas~
practicar varios tra sieg os, airean–
do lo más posible
el
vmo, antes de clarificarle.
Constituyendo los. trasiegos al aire libre una opera–
ción ·sumamente dellcada, será medida prudente no
efectuarlos sino después de haberse cerciorado de que
el vino los puede soportar.
.
Agreguemos que el buen resultado de la clarifica–
ción depende mucho de la manera cómo se incorpora
la materia clarificante.
Es menester, en efecto, que la mezcla haya sido
operada de una manera perfecta. Por consig uiente, no
hay que temer
agi:~r
bien la masa.
Cuando la adición de tanino ha sido reconocidá
necesaria hay que operarla al menos veinticuatro horas
antes de 'ta incorpor.ación de }a materia cla rificadora
La adición de ác.1do tartárico
(25
á
30
g ramos por
hectolitro) debe ser igualmente efectuada antes de esta
.última operación. Practícasela con objeto de procurar
cuerpo al vino.
.
_
Cuando se necesita obtener una clarificación rápida
ó los trasiegos y
clarific~ción
no han
propor~ionado
un·
efecto sensible, es decir, cuando fueron impotentes