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con el cóctel. Esta costumhre tan en boga, no es sino un resabio de

la costumbre española de beber "chatos" de manzanilla comiendo

pedacitos de salchicha o chorizo, pescado frito, etc.,

y

la italiana,

de acompañar al vermouth, cuando se lo

toma como aperitivo,

con pedacitos de queso, aceitunas, rodajas de papas fritas, longani·

za, etc.

Esto ha hecho que actualmente un cóctel sin ingredientes para

" picar" se nos haga inadmisible.

Sin embargo, vemos cómo se sirven el whisky, el coñac o el aguar·

diente de máxima categoría: solos.

¿Qué diríamos si los sirvieran

acompañados de múltiples platitos, con bocaditos salados, ealientes,

picantes, etc.?

Por ello es que el autor de este volumen afirma que un cóctel

sabiamente preparado, traducido en una fórmul¡¡ equilibrada, una

''erdadera obra maestra del arte licorista para ser degustado con

plenitud y saboreado en toda su pureza, no debe ser acompañado de

ingredientes que alteren su gusto.

Pero las costumbres mandan . . . Por ello se aconseja ser pruden·

tes en la elección y presentación de los ingredientes que acompañen

al cóctel.

No olvidemos que el cóctel - bebida de toda hora- no debe acom·

pañarse de numerosos ingredientes si se sirve antes de la cena o des·

pués de ésta, ya que en el primer caso el que lo bebe pierde el apetito,

y

en el segundo ya lo ha perdido.

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