25 años dela invasión - page 26

LA PRENSA
SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014
*
DESPUÉS DE ASESINADA Y
SEPULTADA, LOS SOLDADOS
VINIERON A EXCAVAR EN
SU TUMBA, SUPUESTAMENTE
EN BUSCA DE ARMAS...
*
CUANDO SE APERSONARON
A BUSCAR ARMAS AL
CUARTEL DE LA CHORRERA,
LO HALLARON CERRADO Y
SIN CUSTODIA ALGUNA.
puesta por Noriega, y tam-
bién se activaba en las mi-
licias populares en defensa
de la soberanía.
A su vez Jovina García,
entonces representante del
corregimiento de Hurtado,
en el distritodeLaChorrera,
comulgabaconlapremisade
que había que defender la
patria de los planes imperia-
listas de Washington y en la
máxima aquella de que
“cuando lapatria lorequiere,
alapatrianoseleponencon-
diciones”. Y pese a la opo-
sición de sus hijos y familia-
res, figuraba entre los reclu-
tados por los batallones de la
dignidad.
AMARGA PESADILLA
Los diarios del momento,
como el quincenario
Exclu-
sivo
, recogieron las versio-
nes de sus hijos, en especial
de Agustín Enrique García,
y, sobre todo, de Camilo
Chong, joven simpatizante
con la causa nacionalista.
La víspera de la invasión,
la noche del 19, cuando se
conoció que los estadouni-
denses habían irrumpido en
el istmo, el joven García re-
lató que la primera idea que
surgió en lamente de suma-
dre fueponerseadisposición
de las fuerzas que defende-
rían a la patria.
Pese a que le advirtió que
no fuera, pues ya no se tra-
taba de amenazas, sino de
una guerra declarada, ella
mantuvo sus convicciones.
Sus órdenes eran presen-
tarse al cuartel de la Décima
ZonaMilitar enLaChorrera
para recibir instrucciones.
A su vez, Camilo cuenta
que llegó con algunos com-
pañeros de la junta comunal
alcuartel,elcualhallaronce-
rrado y sin la custodia acos-
tumbrada.
Al sentir que la patria los
requería, decidieron enton-
ces viajar a la ciudad capital
paraenterarsede loquereal-
menteocurría.Eraya la1:00
de la madrugada, y aborda-
ron un carrito oficial del IR-
HE (Instituto de Recursos
Hidráulicos y Electrifica-
ción), el cual conducía
Eduardo Guzmán, otro
compañero de la causa. En
las afueras del cuartel se les
unieron otras personas que
completaron siete.
Detalló que tomaron la
autopista y llegaron a la ca-
seta de peajes. No había ilu-
minación en la carretera y el
ambienteera lóbregoysilen-
cioso.Cuandopasaronpor el
cuartel deVacamonte se sor-
prendieron de que igual-
mente estaba desolado.
Al intentar retornar a La
Chorrera por la vieja carre-
teraya laalturade laagencia
del IRHE de Arraiján, dijo
que se percataron de la pre-
sencia de gran cantidad de
soldados norteamericanos
fuertemente armados y con
tanquetas que, apostados a
ambos lados de la vía, les
apuntaban con sus armas.
Entonces, decidieron ba-
jar la velocidad al acercarse
al punto de retén. Pararon la
marcha y esperaron un rato
paraver si los llamaban, pero
nada pasó, acotó Camilo.
Fue entonces cuando de-
cidieron dar la vuelta para
retornar a La Chorrera, lo
que hicieron lentamente.
Voces de alto en español e
inglés se escucharon, pero el
temor se apoderó de sus co-
razones y decidieron huir lo
más pronto del lugar.
Sin embargo, cuenta que
no lograronavanzargranco-
sa porque repentinamente
sintieron una explosión en-
sordecedora en la parte tra-
sera del carrito, que destrozó
maletero y carrocería, y le
arrancó la vida instantánea-
mente a la concejal García e
hirió de gravedad a José Es-
pinosa, otro pasajero.
Camilo, asuvez, sintióhe-
ridas en una pierna y en un
ojo. Pese a que el vehículo
quedó semidestrozado y con
las llantas traseras desinfla-
das, emprendieron laangus-
tiosa huida, bajo una lluvia
de balas.
Fueron más de 20 kiló-
metros que no supieron có-
mo recorrieron en ese arma-
toste chamuscado, comenta
Camilo. Lo triste fue que al
pasar por el cuartel de bom-
beros de Nuevo Arraiján no
los quisieron atender, por lo
que hubo que seguir hasta el
hospital Nicolás A. Solano,
donde les dieron auxilio.
El disparo de la tanqueta
cobró la vida de Jovina Gar-
cía y más tarde, la de José
Espinosa. Camilo Chong,
quien daría este testimonio,
quedaríadiscapacitadoensu
movilidad y perdería parte
de lavisión,mientrasquesus
otros compañeros, Osvaldo
González Polo, Eduardo
Guzmán y Rebeca Rivera
habían sufrido lesiones al
suscitarse la explosión.
IRRESPETO Y
PROFANACIÓN
Lapesadilla vividapor es-
taspersonasque creyeronen
un ideal nacionalista no aca-
bó esa noche. Días después,
al proceder a sepultar a sus
compañeros
masacrados
poruna tanquetadel ejército
norteamericano, soldados
con arreos de combate y a
bordodevehículosHummer
sepresentaronenvariasoca-
siones al cementerio muni-
cipal de La Chorrera.
Allí irrespetaron y profa-
naron la tumba de la edil
García, con el pretexto de
buscar armas escondidas.
Cada vez que lo hicieron
acordonaron el campo santo
para no dejar entrar a los fa-
miliares, apoyados por tan-
quetas y helicópteros.
Nunca hallaron armas,
pues la noche de la amarga
pesadilla iban desarmados,
dado que nunca recibieron
rifles, escopetas o granadas.
Ydespuésdedejarescom-
brada su tumba, llenos de ira
e impotencia sus familiares
debieron volver a enterrarla.
Así concluyó lahistoriade
la representante chorrerana
y de su compañero José Es-
pinosa, quienes creyeron
que cumplían con su deber,
de acudir y decir presente
para defender a la patria,
mientras que los que propa-
laban un falso nacionalismo
huyeron, se escondieron y
luego optaron por entregar-
se al enemigo sin pelear.
NI OLVIDO NI PERDÓN
El sobreviviente Camilo
Chong sostiene que jamás
podráestardeacuerdoconla
invasión norteamericana ni
en la forma cómo los ataca-
ron, en total indefensión,
pues no cargaban siquiera
un biombo para defenderse.
Para él y sus compañeros,
lamasacreprotagonizadano
merece olvido ni perdón,
pues los gringos no tenían
excusa para venir a matar
tan solo por querer capturar
a un solo hombre (Noriega).
26
MASACRE.
Según el sobreviviente Camilo Chong, los soldados llegaron con órdenes de disparar a todo lo que se moviera.
Cortesía
BÚSQUEDA..
La tumba de la concejal García fue varias veces
profanada, con el pretexto de buscar armas escondidas.
Cortesía
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